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DE VUELTA A LA NATURALEZA

Rafael Carles

¡Qué ironía! Lo que hoy llamamos "baños de bosque" solía llamarse vivir. Ahora todos vivimos dentro de oficinas y encerrados en automóviles en medio de tranques vehiculares. Hay que salir afuera porque la naturaleza nos proporciona todo lo que necesitamos. Solo tenemos que tener la mente suficientemente abierta para reconocerlo. La industria del cáncer tiene décadas tratando de encontrar curas para el cáncer: tratamientos, medicamentos, procedimientos, productos químicos, etc. Y sabemos que la madre naturaleza ya ha sintetizado todas las moléculas que necesitamos para vencer al cáncer y todas las demás enfermedades. Reitero, solo tenemos que ser humildes como para salir y respetar los remedios naturales, las curas y el equilibrio que la naturaleza nos brinda, y el hecho que nuestros cuerpos son biocompatibles con la naturaleza.

Es nuestro deber como sociedad entender que el estilo de vida moderno y la dieta occidental moderna nos están matando. Nada de lo que hacemos en la actualidad es realmente lo que nuestros antepasados hicieron. Dos o tres generaciones atrás, las vidas de nuestros abuelos y bisabuelos eran muy diferentes. Estaban mucho más arraigados en la naturaleza y pasaban más tiempo afuera, y comían más fruta fresca y alimentos integrales, muy poca comida procesada y cantidades mucho más bajas de carne y lácteos.

Incluso, si nos fijamos en la historia de las últimas siete u ocho generaciones en la civilización occidental, solía tener personas que vivían tiempo completo en el campo, en su mayor parte. La gente venía a la ciudad y la miraban con recelo, como un entorno artificial y anti natural. Luego con el descubrimiento de la electricidad, la tecnología, la logística, la mecanización de los alimentos, etc., todas estas eficiencias permitieron a las personas vivir más fácilmente en la ciudad. Y muchos, casi todos, poco a poco, comenzaron a trasladarse a los centros urbanos.

Bueno, ahora estamos descubriendo que las ciudades nos están matando. Hay más contaminación del aire, contaminación acústica y contaminación lumínica, todo lo cual causa cáncer, aumenta el estrés y aumenta la interferencia hormonal en los procesos naturales del cuerpo.

Con el tiempo y con el sufrimiento de generación tras generación, las ciudades se han convertido en lugares de los que la gente trata de escapar. Incluso, aquellos que han tenido éxito en las ciudades y tienen dinero para hacerlo, han decidido salir y de la ciudad. Se han mudado para la montaña, han comprado una casa en la playa o simplemente una cabaña en cualquier parte donde haya naturaleza. ¿Y por qué? Porque la gente se ha dado cuenta que la ciudad no es realmente la respuesta.

No es que estamos condenando la vida citadina. Solamente apuntamos a que los ambientes artificiales de las ciudades producen enfermedades, sufrimiento y muerte. Y por eso no debemos extrañarnos del movimiento a nivel mundial para alejarse de las ciudades y regresar nuevamente al campo. Tomará tiempo el éxodo… pero cada día parece ser más la tónica.