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EL MERCADITO BIOLÓGICO

Rafael Carles

Desde que me uní al movimiento de comida saludable hace varios años, trato siempre de experimentar y comer alimentos saludables en los lugares donde voy. En el caso de las ensaladas, al principio no eran vista como una estrategia gastronómica y la mayoría se basaba en simples mezclas de lechugas y tomate. Con el tiempo, esto ha cambiado. Incluso, en Life Blends vimos una oportunidad y desde hace un par de años al chef Wilmer que prepara sopas y wraps de vegetales y también en mi casa nos prepara ensaladas y aderezos.

Lo cierto es que cuando viajo, la selección de los restaurantes la hacemos ya no tanto en función de los platos fuertes (carnes, mariscos o pastas) sino alrededor del tipo y variedad de ensaladas. Así hemos evolucionado desde los tiempos de Crepes & Waffles, Tomato y Darna, hasta llegar hoy día al mejor lugar en Panamá para ensaladas: Mercadito Biológico.

La semana pasada tuve el privilegio de almorzar con su propietaria Raquel Marco y probamos tres ensaladas del chef Javier. Por supuesto, la preparación no fue una simple mezcla de lechugas y tomates sino una hermosa y deliciosa arquitectura gastronómica, digna de una estrella Michelin o un rating 28 en Zagat. Las tres ensaladas estuvieron a otro nivel: Energy, Probiotic y Kraken.

El mercadito está estructurado precisamente para dar la impresión que estamos en un lugar diferente: rocas de sal incrustadas en la pared, neveras abastecidas con alimentos orgánicos de todos los colores, estanterías surtidas con una increíble variedad de productos alimenticios artesanales que en su mayoría de producción local.

Y allí en ese portafolio de vida es donde se siente la energía de Raquel, quien desarrolló este concepto y ahora lo extiende a otras áreas de la economía al hacer posible el surgimiento de una nueva agricultura en Panamá que promueve una nueva generación de productores.

Aunque el almuerzo con Raquel en el restaurante fue la nota principal de ese momento, igualmente sentimos que en la cocina existe una energía positiva que impregna de alegría y emoción al que entra allí. Además, afuera los comensales hablan y conversan, los meseros atienden con ganas y esmero, y todo alrededor es buena vibración.

El mercadito está justo en una calle de San Francisco donde antes no existía nada… y ahora como que el mundo entero que pasa mira y entra. Estoy de verdad emocionado que ya no hay que viajar a Europa o Estados Unidos para ver semejante idea y comer una ensalada de otro nivel.

Queda ahora visitar nuevamente el mercadito para comer otros platos igualmente saludables, como carne orgánica de búfalo sin antibióticos, pollo orgánico de pastoreo y pescado salvajes. Como ven, esto apenas empieza.