Un editorial en la revista The Lancet me hizo recapacitar de algo que había leído anteriormente y no había caído en cuenta entonces de su importancia. Los invito que lo lean y con detenimiento.

El documento proviene de Sallie Davies, quien acaba de renunciar como directora de salud pública de Inglaterra. En otra publicación en The Lancet, ella y sus colegas insisten en que los niños tienen derecho a vivir en un ambiente saludable:

“Hoy, la legislación gubernamental es necesaria no solo porque tenemos la obligación de proteger a los niños vulnerables, sino porque los niños tienen derechos. La Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño (UNCRC), el tratado internacional de derechos humanos más ampliamente ratificado, establece los derechos de los niños a la protección, educación, salud y cuidado de la salud, vivienda y buena nutrición... un enfoque de derechos del niño requiere que reconozcamos la obesidad infantil como responsabilidad del estado y como un problema que debe abordarse en toda la sociedad... Es hora de abordar la obesidad infantil como un problema de derechos”.

En el informe se insiste en que los gobiernos deben promulgar leyes para garantizar un entorno alimentario saludable y, para tal efecto, enumera algunas recomendaciones:
• Aumentar los impuestos sobre las bebidas azucaradas.
• Requerir la reformulación del producto para reducir el azúcar y las calorías.
• Impuestos sobre alimentos poco saludables
• Etiquetar calorías
• Proporcionar agua potable gratuita.
• Eliminar exenciones de impuestos para publicidad
• Eliminar gradualmente la comercialización de productos poco saludables
• Prohibir comer y beber en el transporte público.
• Solo permita opciones saludables en instalaciones deportivas
• Promover porciones más pequeñas.

El informe también sugiere formas de promover la actividad física.

Mi pregunta es, ¿no creen ustedes que vale la pena intentar estas recomendaciones frente a la epidemia de obesidad que existe actualmente? Yo pienso que por supuesto que sí.