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¿Puede un Impuesto a las Bebidas Azucaradas Combatir la Obesidad?

Rafael Carles

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¿Puede un Impuesto a las Bebidas Azucaradas Combatir la Obesidad?

Una cliente mi escribió que ha oído que algunos grupos de consumidores (llámese Movimiento de Alimentación Saludable) quieren aumentar los impuestos a las bebidas endulzadas como forma de combatir la diabetes y la obesidad, sabiendo que la industria de las sodas estuvo en contra de esas medidas hace unos años. ¿No volverán a hacer lo mismo?

Podría ser. El año pasado estuve en viaje de conferencias en Washington donde escuché mucho sobre el impuesto a las gaseosas propuesto en varios países y la respuesta de la industria al mismo. Pero puedo señalar que el mes pasado, antes de las elecciones, algunos candidatos a diputados incluso propusieron un impuesto adicional a las sodas del 10-15%. La idea es recaudar $1 millón por año y al mismo tiempo desalentar el consumo de bebidas azucaradas, ayudando así a reducir la alta prevalencia de obesidad y diabetes tipo 2 en el país.

Los panameños beben muchas bebidas azucaradas. Según algunas estimaciones, el consumo promedio per cápita es de 18 galones al año, uno de los más altos de la región. No es coincidencia que más del 70 por ciento de los panameños tengan sobrepeso u obesidad, y alrededor del 15 por ciento tenga diabetes tipo 2, una prevalencia que aterroriza a los funcionarios de salud. Este tipo de diabetes, si no se diagnostica ni se trata, puede provocar ceguera o amputaciones de pies.

Panamá es un ejemplo clásico de un país en “transición nutricional”. A medida que la economía mejora, la gente compra cada vez más alimentos procesados ricos en calorías, aumenta de peso y aumenta el riesgo de diabetes. Mientras tanto, los segmentos más pobres de la población siguen experimentando altos niveles de retraso del crecimiento, anemia por deficiencia de hierro y deficiencia de vitamina A.

Esto hace que la obesidad sea un problema cada vez mayor en Panamá, ampliamente entendido como resultado de la introducción de alimentos procesados. Se puede ver fácilmente cuán profundamente arraigados están las sodas en la cultura alimentaria de Panamá. Las sodas se anuncian y están disponibles en todas partes. Y vienen en enormes botellas de dos litros que cuestan menos que el precio del agua embotellada. No siempre hay agua limpia disponible, lo que hace que las sodas sean la elección fácil.

Las sodas son baratas porque están elaborados con jarabe de maíz con alto contenido de fructosa. Es una producción de maíz subsidiada, por lo que el jarabe de maíz cuesta menos que el azúcar. Algunas personas piensan que el azúcar de caña sabe mejor que el jarabe de maíz con alto contenido de fructosa, aunque las pruebas de sabor controladas no siempre respaldan esta afirmación.

Los esfuerzos de la industria panameña para derrotar el impuesto a las gaseosas han sido feroces. Los productores argumentan que si el impuesto realmente disminuye el consumo, provocará la pérdida de miles de puestos de trabajo. Escuché una vez a un portavoz de la industria que no sólo atacó la ciencia que relaciona los refrescos con la obesidad, sino que también ensalzó los beneficios para la salud de los refrescos: “El azúcar es nutritiva; es un carbohidrato. Los carbohidratos son esenciales para la vida. El azúcar es indispensable para el cerebro. Los refrescos hidratan y aportan energía”.

Un anuncio en 2022 de la industria de la caña de azúcar en Estados Unidos también amenazaba con perder empleos – “El impuesto generará desempleo y desalentará la productividad y la inversión” – y señalaba que los trabajadores y los pobres soportarían la mayor parte de su carga.

Como ocurre con cualquier iniciativa de este tipo, las grandes preguntas son si es probable que el impuesto reduzca el consumo de sodas, la obesidad y la diabetes, y si los ingresos se utilizarán para fines de salud pública ampliamente beneficiosos. El Gobierno Nacional y la Asamblea Nacional tendrán que abordar estas cuestiones cuando se plantee sobre el impuesto en los próximos meses. Mientras tanto, una coalición de grupos de consumidores y de salud ha estado realizando entrevistas y hablando con políticos para determinar las cantidades de azúcar en las bebidas endulzadas. Los grupos están abogando activamente por el impuesto a las sodas y por utilizar sus fondos para proporcionar agua potable gratuita en las escuelas, algo que ahora no existe. Pero la industria se ha negado a tales medidas.

Las autoridades de salud pública panameñas están buscando formas efectivas de revertir las tendencias de la obesidad. Las bebidas azucaradas son un blanco fácil. Se podría imponerles impuestos a pesar de la oposición de la industria, especialmente si los fondos se destinan al agua potable.

Si tiene alguna otra pregunta, no dude en escribir a lifeblends@gmail.com