Buena Salud: Una Conexión Entre el Cuerpo, la Mente y el Alma
La semana pasada me abordó una amiga vecina del edificio y cuando bajábamos por el elevador me dijo que yo tenía buena salud. Yo me volteé y le repregunté: ¿qué es buena salud para usted? Al final, cuando llegamos al Lobby no pudimos seguir la conversación, pero siento que es muy relevante saber ¿qué significa tener buena salud?
Para mí, va más allá de la fisiología humana y abarca nuestra energía, nuestra vitalidad para la vida y el espíritu que proyectamos en los demás.
Si fuera visual, sería un perro moviendo la cola cuando su dueño llega a casa, o quizás cómo se abre una flor al amanecer. Si fuera un sonido, es la forma en que una multitud aplaude en un concierto, o cómo un bebé se ríe con su madre. Y si fuera un contacto, sería un choque de manos de nuestro maestro o un fuerte abrazo de un buen amigo. No siempre es ruidoso, no siempre es audaz, pero siempre despierta algo dentro de nosotros.
La buena salud proviene de muchos aspectos diferentes de nuestra vida, pero sería incorrecto pensar que es algo que requiere una influencia externa. No necesitamos que otros lo afirmen, no necesitamos cosas para manifestarlo. Eso es lo especial de la buena salud: fundamentalmente es interna.
Entonces, ¿cómo podemos ser más saludables? No diré simplemente que sean más positivos, porque la buena salud es una acumulación de nuestro bienestar físico, mental y social. Si bien no necesitamos hacer cincuenta abdominales ni ser la persona más sociable para existir, sí debemos prestar atención a ciertos aspectos de nuestro bienestar y alinearlos con nuestros valores e identidad personal.
Aquí hay tres cosas puntuales que pueden hacer para desarrollar una actitud de buena salud:
1. Tener menos: crea espacio para más. Usualmente saco tiempo para sacar de los cajones y closets las cosas que no utilizo. Al tener menos, puedo concentrar mejor mi energía en lo que importa. Actualmente estoy trabajando en administrar el contenido tóxico en las redes sociales, recibir menos noticias y no mantener comida por mucho tiempo en la despensa.
2. Hablar con los demás, sobre cualquier tema. Cuando estaba en la escuela y en la universidad, hablaba con mis amigos todo el día. En el recreo o volviendo a casa en el bus, hablaba todo el día. Hablábamos sobre cualquier cosa. Rara vez hablábamos de política o cosas prácticas, y siempre era muy breve, pero no importaba; en esos días, siempre salía de esas conversaciones recordando que debía tratar la vida más como un patio de recreo.
3. Hacer cosas nuevas constantemente. Tal vez por eso es que nuestros recuerdos más importantes y divertidos tienden a ser aquellos que involucran algo nuevo, diferente o desafiante. Mi lema siempre es experimentar, fracasar y volverlo a hacer. La comodidad es cómoda, pero desafortunadamente no ayuda mucho a alimentar nuestro espíritu y mejorar nuestra salud. No es necesario que sea grande ni peligroso, pero hacer algo nuevo siempre tiene la posibilidad de conducir a algo interesante.
La buena salud proviene de algún lugar interno, una alegría sutil pero poderosa por la vida que no requiere afirmación ni aprobación de los demás. Hay que encontrarlo, alimentarlo y dejarlo crecer.