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TIEMPO LIBRE PARA PAUSAR

Rafael Carles

Cuando anunciaron el cierre de escuelas y la cancelación de eventos, muchos sintieron el fin del mundo. Y se preguntaban, ¿y ahora qué vamos hacer?

La realidad es que tomar tiempo para pausar es crucial. Es algo que no mucha gente practica porque siempre tienen la agenda llena y el ritmo de sus vidas nunca para.

Las máquinas funcionan bien a una velocidad constante, y cuanto más rápido mejor. Están diseñados y construidos para eso. Ya sea que estén triturando metal o analizando datos, las acciones regulares y repetitivas de las máquinas son las que las caracterizan. Cada vez más, nuestro mundo está diseñado por máquinas, para máquinas. La tecnología digital las trae cada vez más a nuestras vidas. Sostenemos nuestros teléfonos en la palma de nuestra mano, pero son ellos los que nos tienen sujetados. Juzgamos a las personas por la velocidad con la que responden, no por la calidad de su respuesta. Nos encontramos en un estado de atención continua, raramente deteniéndonos, nunca presente en nada. Estar conectado se ha convertido en algo de lo que todos se jactan y aspiran. Y el éxito ahora pertenece a aquellos que hacen las cosas, no a aquellos que las piensan.

Lo cierto es que la mayoría de la gente está ocupada la mayor parte del tiempo, si no con el trabajo, con la familia, la casa o conectadas a redes sociales, reales y virtuales. Cuando le pregunto a alguien cómo está, casi siempre responde "ocupado" o alguna variación, como si ocupado fuera un estado normal de las personas.

Desde hace más de veinte años manejo mi tiempo con una agenda de mano, en la escribo y borro con lápiz. Y siempre me preocupo para que en mi día tenga momentos libres para pausar. Es algo fundamental pero no todos lo entienden. Una pausa podría ser un momento de silencio o una hora de descanso, una mañana para escribir sin interrupción o una tarde para caminar o jugar golf. Y con el tiempo me he dado cuenta que al escribir, caminar y pausar, encuentro muchas veces la solución de problemas que antes ni siquiera sabía que los tenía.

Pausar no es fácil, pero tampoco es imposible. Puede hacerse al entrar en una habitación con imágenes de paisajes o cuadros de color, pero también podría ser un momento donde no hay wifi y me encuentro solo sin conexión digital. O perfectamente podría ser una semana de reflexión en un lugar apartado o un mes para estudiar. Por rápido que sea la vida de las personas, siempre existe la posibilidad de pausar. Para descansar, reflexionar o desintoxicar el cuerpo, por supuesto, pero también para apreciar, obtener perspectiva, conectarse con otros, escuchar, agregar énfasis o tener nuevas ideas. Puede ser planificado o espontáneo, momentáneo o duradero.

Hay más en la vida que hacer cosas. El tiempo no es un bien cualquiera. El tiempo, según lo experimentamos, varía enormemente. Un minuto comiendo helado no es lo mismo que un minuto sentado esperando ser atendido por un médico. Incluso el tiempo en sí mismo no es una materia prima uniforme, como lo muestra la física de Einstein. Hay que tratar de dejar de lado la idea de que el tiempo es lineal y pensar más de la misma manera que lo experimentamos, como algo elástico y variable. En lugar de poner el trabajo y la vida uno contra el otro, usemos pausas para mejorar la experiencia. La pausa es como la levadura: no necesitas mucho, pero es un ingrediente vital.

Es tiempo de detenernos, especialmente ahora que el mundo parece estar caminando al revés con todo esto del coronavirus que se ha adueñado de nuestros pensamientos y emociones de una manera singular. Lo ideal sería que cada uno de nosotros tome un tiempo libre para interrumpir el modo en el que actuamos como máquinas de bajo rendimiento, y comencemos a actuar más como personas vibrantes, imperfectas y encantadoras que somos.