Mónica Dus acaba de ganar el premio New Innovators y una beca de $1.5 millones del Instituto Nacional de Salud de los Estados Unidos para estudiar cómo una dieta alta en azúcar cambia la química del cerebro y produce la obesidad.
La mayoría de nosotros sabemos de las tentaciones y lo atractivo del sabor de los alimentos azucarados. Piense en todos los pasteles y galletas que se consumen entre Halloween y Navidad. Pero, ¿por qué algunas personas pueden y otras no resistir el embate de una segunda bola de helados o un pedazo agrandado de dulce de cumpleaños? Esa es la pregunta clave que Mónica Dus, bióloga molecular de la Escuela de Química de la Universidad de Michigan, busca responder para entender cómo el exceso de azúcar conduce a la obesidad mediante la comprensión del efecto del azúcar en el cerebro.
Tal vez el problema de la obesidad no tiene nada que ver con la falta de voluntad, sino simplemente con la bioquímica del cerebro. Y así como los científicos en el siglo pasado demostraron que había una relación entre el tabaquismo y el cáncer de pulmón, Dus cree poder encontrar un enlace entre una exposición temprana a una dieta alta en azúcar y la obesidad.
Las ideas de Dus han atraído la atención de muchos otros centros de investigaciones. Por un lado, el premio New Innovators es algo trascendental porque únicamente lo reciben jóvenes excepcionalmente creativos, investigadores que inician su carrera profesional y proponen proyectos innovadores de alto impacto. Y por otro, Dus también es recipiente del premio académico de la Fundación Rita Allen, un programa que ayuda a jóvenes científicos a establecer sus laboratorios y perseguir investigaciones en áreas donde la sociedad demanda soluciones rápidas a problemas históricos.
Lo característico del enfoque de Dus es que estudia las células individuales en el cerebro de moscas que son alimentadas con dietas altas de azúcar. Hasta ahora, no hay sorpresas. Dus ha validado lo que todos sabemos que una dieta alta de azúcar altera los sistemas de control normales en el cerebro y producen conductas adictivas. Lo que Dus todavía no ha podido comprobar es sí los genes en el cerebro que controlan los impulsos de comer en las moscas y determinan sus hábitos alimenticios, pueden ser cambiados por el medio ambiente y por nuevos estilos de consumo.
En los próximos años, Dus espera poder escribir algunas conclusiones y llegar a los resultados. Hasta ahora ella sabe que marcha en la dirección correcta para demostrar que hay cambios químicos en el cerebro que conducen a la obesidad, lo cual pudiera sería prometedor en la búsqueda de soluciones concretas para hacer frente a la obesidad a la hora de comer.