news

ZONAS AZULES I

Rafael Carles

“La mejor lección que nos puede dejar la experiencia de las cinco “zonas azules” es eliminar la preocupación que presenta […] la posibilidad de envejecer y convertirnos en centenarios […]”

En su libro, “Zonas Azules: Lecciones para vivir más tiempo”, Dan Buettner reveló los cinco lugares en el mundo donde la gente vive por más tiempo y de forma más sana. Con las observaciones y datos descubiertos por Buettner, los principios de estas “zonas azules” se aplican actualmente en varias ciudades del mundo para mejorar la calidad de vida y disminuir los costos de salud. Igualmente, varias empresas de seguros los han recomendado para mejorar la salud de más de veinte millones de personas. Es bueno saber que hoy día podemos aprender principios básicos para ayudarnos a vivir más tiempo y mejor.

Para descubrir las “zonas azules”, Buettner utilizó tres criterios fundamentales para medir la longevidad de las personas: la esperanza de vida, la cantidad de centenarios por cada 100 mil personas y la tasa de mortalidad de edad media (el porcentaje de la población que a los 40 años tiene oportunidad de alcanzar una edad saludable de 90). Buettner descubrió que las mujeres que más viven en el mundo están en Okinawa, Japón, y que los hombres que más viven están en los altiplanos de Cerdeña, Italia. Igual proporciones de longevos se observaron en la península de Nicoya en Costa Rica, la isla griega de Ikaria y Loma Linda en California.

Al investigar sobre la alimentación en estos lugares, salta a relucir que un 90 % de la ingesta calórica de sus habitantes proviene de plantas y solo un 10 % es de origen animal. Y este hallazgo no llega por simple observación. La definición de las “zonas azules” requirió de un estudio de metaanálisis con más de 160 investigaciones y el trabajo de encuestas durante los últimos cien años. Es lógico que si queremos saber qué come un centenario, no podemos simplemente ir y preguntar qué está comiendo ahora y que recuerde qué comió, porque nadie puede fácilmente recordar qué comió ni el domingo de hace dos semanas.

Pero la cantidad suficiente de estudios históricos en estas “zonas azules” demuestran que, en general, el 90 % de la dieta está basada en plantas y que viven con algunas restricciones calóricas durante largos períodos de tiempo. Es de entender que, por ser lugares remotos, las personas no van diariamente al supermercado y solo comen lo que cultivan o crían. Por ejemplo, en Ikaria se encontró que sus habitantes comen seis veces más legumbres que la dieta panameña.

Si el resto de la población mundial pudiera encontrar la forma de comer una taza de legumbres diariamente, es posible que la esperanza de vida pueda aumentar probablemente en dos a cinco años. Y hay varios motivos para ello. El principal es que las legumbres son una gran fuente de fibra, folato y proteínas, especialmente cuando se combinan con cereales. Pero también nutren las bacterias sanas del intestino. Estamos aprendiendo cada vez más sobre la importancia de la salud del intestino, y si bien algunos microbios conducen a la inflamación, otros ayudan a sintetizar diferentes vitaminas y nutrientes necesarios. Las legumbres tienden a ser forraje para las bacterias buenas. No hay duda de que las legumbres son un superalimento que cuando se cultivan, fijan nitrógeno en el suelo en lugar de absorberlo, por lo que lo enriquece. Además, son baratas y muy versátiles.

La mejor lección que nos puede dejar la experiencia de las cinco “zonas azules” es eliminar la preocupación que presenta en todos nosotros la posibilidad de envejecer y convertirnos en centenarios. En la mayoría de los países, la mitad de las personas que alcanzan los 85 años tienen demencia. A veces es Alzheimer, otras veces son otro tipo de enfermedades, pero pierden sus capacidades cognitivas y, en algunos casos, acaban perdiendo la cabeza, pierden la capacidad de recordar quiénes son y quiénes son sus seres queridos. Eso nos asusta a todos, pero en las “zonas azules” vemos a la gente con estas edades en perfecto estado mental.

En Cerdeña se hizo un seguimiento riguroso y se encontró solo tres casos leves de demencia entre las 20 mil personas que viven en toda la isla. Así que, mientras en Panamá más del 20 % de las personas con más de 85 años sufre de algún tipo de demencia, en Cerdeña es menos del 1 %. Con lo cual, y lo más importante, estas personas no solo viven diez o veinte años más que los panameños, sino que también tienen mejor salud mental al final.