Recientemente leímos que el biólogo celular japonés Yoshinori Ohsumi ganó un premio Nobel en 2016 por su descubrimiento del mecanismo de la autofagia, el proceso que utiliza el cuerpo para eliminar y reciclar los componentes celulares viejos. Es decir, el Nobel se lo dieron a un científico por su trabajo es explicar a nivel celular el proceso de desintoxicación. Sin duda, un descubrimiento fenomenal pero que ya se conocía y practica desde tiempos ancestrales.
Autofagia significa en griego "comerse a sí mismo". Es un proceso que ocurre en todas las células y tejidos de los mamíferos. Fue en la década de 1960 cuando los investigadores se dieron cuenta por primera vez de que cada célula puede destruir sus propios componentes. Estos componentes incluyen proteínas y orgánulos dañados, considerados ahora que son los precursores de las enfermedades neurodegenerativas como Alzheimer, Parkinson y la enfermedad de Huntington.
Las células cerebrales dependen en gran medida de este proceso de limpieza. Cuando funciona de manera eficiente, la autofagia protege las neuronas y frena el avance de estos trastornos neurodegenerativos. Y cuando la autofagia no funciona o es anormal, puede surgir una enfermedad.
Además de destruir partes viejas y dañadas de la célula, el proceso de autofagia incluye destruir bacterias y virus, eliminar las proteínas mal formadas y descomponerlas en sus elementos de aminoácidos y reciclarlas. Una proteína mal formada realiza una tarea diferente y puede provocar enfermedades. Las neuronas son muy susceptibles a estas mal formaciones, lo que es un indicio de muerte neuronal.
La autofagia es algo sencillo que ocurre de forma natural y no requiere de esfuerzos ni medicación. Lo único que se requiere es dejar de comer. Cuando le damos un descanso al sistema digestivo, comienza la magia. Es decir, cuando estamos ocupados comiendo, digiriendo y metabolizando, la autofagia se detiene: la célula está activada. Pero cuando ayunamos, se activa la autofagia. Se sabe que la restricción de alimentos induce la autofagia en la mayoría de los tejidos. No tenemos que morirnos de hambre, basta solamente un ayuno breve y sencillo.
Sobre el ayuno, los seres humanos han practicado el ayuno durante milenios y por numerosas razones, incluida la salud, la observación religiosa y la pérdida de peso. Hay muchas formas diferentes de ayunar, algunas mucho más fáciles que otras. El ayuno intermitente (AI) es una práctica cada vez más popular, aunque ha existido desde la antigüedad.
Aunque no existe una definición oficial de AI, existen muchas variaciones sobre este tema. Una que está de moda es la ingesta de alimentos durante una ventana de alrededor de ocho horas (o menos), por ejemplo, entre las 12pm a las 8pm. El ayuno también implica la abstinencia de alimentos durante dos o más días, algo que yo en lo personal no lo recomiendo. En el ayuno de días alternos, la comida se come solo en días alternos, algo común en el Islam.
El ayuno es normal para los humanos. Es lo que hicieron nuestros antepasados cazadores-recolectores, en ausencia de supermercados y una industria alimentaria empeñada en promover los refrigerios sin sentido. Los desafíos en la forma de tener que encontrar comida significaron que los humanos pre-agrícolas tenían que funcionar bien tanto física como mentalmente cuando estaban en ayunas; tenían que tomar decisiones críticas y moverse rápido con el estómago vacío.
Un ayuno largo de la noche a la mañana, que comienza con una cena temprana y termina con un desayuno tardío, es una forma eficiente y (para la mayoría de las personas) manejable de AI con tiempo limitado.
La autofagia funciona a través de la hormona insulina. El páncreas libera insulina cuando los alimentos, principalmente carbohidratos, ingresan al estómago. Cuando produce insulina, la autofagia se detiene. Pero cuando deja de comer, deja de producir insulina y se desencadena la autofagia. Por lo tanto, el proceso de autofagia tiene un papel importante de eliminar y reciclar los componentes tóxicos de la célula, manteniéndola sana.